Las fluctuaciones que ha experimentado la sociedad en los últimos 20 años, sin precedentes en el ciclo de la humanidad, ha llevado al replanteamiento de todos los aspectos de las ciencias sociales, desde la economía hasta el derecho, a la vez que han surgido nuevas disciplinas que pretenden explicar la conducta humana en la sociedad.
Este constante cambio del que somos asistentes, actores y espectadores, en un fenómeno simultáneo, ha hecho caer el telón del Estado Nacional dando pie al surgimiento de nuevas comunidades o sectores de integración, en que el conjunto de países busca el mismo fin.
La globalización que experimentamos es un hecho evidente, del que, como parte del sistema, no podemos escapar, sino que – a la inversa – le debemos demandar nuevos y mejores servicios; en esta búsqueda es el Estado quien debe ofrecer una respuesta satisfactoria frente a las constantes necesidades humanas.
En este ambiente de integración el fenómeno de la comunicación se ha hecho más que necesario, pero para superar la barrera del lenguaje el mismo hombre ha debido crear códigos que sean omnicomprensivos para todos los que habitan en esta aldea global. Esa constante comunicación explota y fluye con mayor fuerza con la irrupción de Internet y su paulatina masificación, a partir de los primeros años de la década de los ’90.
Con la Internet la comunicación dio un paso aún mayor y a través de sucesivas evoluciones: BBs, Chat, e – mail y FTP, se convirtió en un puente para el intercambio de textos, imágenes y sonido y creándose un traspaso de información que hoy en día no tiene límites; dotando de rapidez y eficacia al sistema. Frente a estas ventajas surge un nuevo concepto, el e – commerce o comercio electrónico, que satisface las necesidades de los usuarios con las mismas características anteriores: rapidez y eficiencia, lo que ha permitido masificar las simples compras por catálogo hasta concluir con grandes traspasos de fondos, de una plaza a otra, en condiciones de seguridad y comodidad.
Sin embargo, no todas las necesidades pueden ser satisfechas por los particulares, y hoy, en una última etapa, ha sido el Estado quien ha venido a ofrecer bienes y servicios a las personas a través de Internet, modernizando la administración. Esta nueva perspectiva ha llevado a reinventar los sistemas de gobierno existentes, incorporando recursos electrónicos, impensados hace más de 20 años.
Este constante cambio del que somos asistentes, actores y espectadores, en un fenómeno simultáneo, ha hecho caer el telón del Estado Nacional dando pie al surgimiento de nuevas comunidades o sectores de integración, en que el conjunto de países busca el mismo fin.
La globalización que experimentamos es un hecho evidente, del que, como parte del sistema, no podemos escapar, sino que – a la inversa – le debemos demandar nuevos y mejores servicios; en esta búsqueda es el Estado quien debe ofrecer una respuesta satisfactoria frente a las constantes necesidades humanas.
En este ambiente de integración el fenómeno de la comunicación se ha hecho más que necesario, pero para superar la barrera del lenguaje el mismo hombre ha debido crear códigos que sean omnicomprensivos para todos los que habitan en esta aldea global. Esa constante comunicación explota y fluye con mayor fuerza con la irrupción de Internet y su paulatina masificación, a partir de los primeros años de la década de los ’90.
Con la Internet la comunicación dio un paso aún mayor y a través de sucesivas evoluciones: BBs, Chat, e – mail y FTP, se convirtió en un puente para el intercambio de textos, imágenes y sonido y creándose un traspaso de información que hoy en día no tiene límites; dotando de rapidez y eficacia al sistema. Frente a estas ventajas surge un nuevo concepto, el e – commerce o comercio electrónico, que satisface las necesidades de los usuarios con las mismas características anteriores: rapidez y eficiencia, lo que ha permitido masificar las simples compras por catálogo hasta concluir con grandes traspasos de fondos, de una plaza a otra, en condiciones de seguridad y comodidad.
Sin embargo, no todas las necesidades pueden ser satisfechas por los particulares, y hoy, en una última etapa, ha sido el Estado quien ha venido a ofrecer bienes y servicios a las personas a través de Internet, modernizando la administración. Esta nueva perspectiva ha llevado a reinventar los sistemas de gobierno existentes, incorporando recursos electrónicos, impensados hace más de 20 años.